La ruta por las iglesias románicas del Valle de Boí, te llevará a descubrir el patrimonio arquitectónico y natural que esconde este pequeño valle de los Pirineos. Si eres de aquellas personas que no pueden ver una iglesia románica sin pararse a hacer la foto (con filtro sepia, si puede ser), esta ruta te hará vibrar más que un solo de guitarra eléctrica en el Viña Rock. Pero ojo: no estamos hablando de un par de capillas escondidas, sino de un tesoro medieval en el corazón de los Pirineos declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Así que prepárate para caminar entre piedras milenarias, murales restaurados y campanarios espectaculares. Bienvenido a la ruta de las iglesias del Valle de Boí.
El Valle de Boí y su patrimonio

El Valle de Boí no es especialmente grande, pero tiene más arte románico por metro cuadrado que muchas capitales europeas. Situado en la Alta Ribagorça, en la provincia de Lleida, entre montañas que parecen salidas de un sueño de Tolkien, este valle acoge ocho iglesias románicas y una ermita, todas construidas entre los siglos XI y XII. Aquí no encontrarás barroquismos ni dorados excesivos: el románico del Valle de Boí es austero, elegante y 100% instagrameable. La excusa perfecta para combinar naturaleza, cultura y un poco de trekking.
Las iglesias románicas más top del Valle de Boí
1. Sant Climent de Taüll

Sant Climent de Taüll es, probablemente, la iglesia más icónica del románico catalán. Es el prototipo de iglesia románica de planta basilical con las tres naves separadas por columnas y cubierta de madera a dos aguas, cabecera con tres ábsides y campanario de torre. En el interior, la proyección del Cristo Pantocrátor —una maravilla tecnológica que restituye digitalmente la pintura original que ahora se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC)— te envuelve en una experiencia inmersiva. Entras buscando historia y sales con la piel de gallina.
2. Santa Maria de Taüll

Literalmente a dos minutos caminando de Sant Climent, la iglesia de Santa Maria es más pequeña pero igual de cautivadora. Situada en el centro del pueblo, es la única iglesia del valle que parece generar el asentamiento de la población a su alrededor. Sus pinturas murales también han sido trasladadas y conservadas en el MNAC, pero se han hecho reproducciones in situ que ayudan a entender el espíritu original. No te pierdas el detalle de los capiteles esculpidos, los arcos ciegos y las columnas.
3. Sant Joan de Boí

Sant Joan de Boí es la iglesia que conserva más detalles y elementos arquitectónicos del primer románico que llegó al Valle en el siglo XI. De planta basilical —como Sant Climent y Santa Maria de Taüll—, aquí lo que te hará abrir los ojos de par en par son las pinturas murales. Hay de todo: la Lapidación de San Esteban (spoiler: no acaba bien), unos juglares que ponen ritmo en la nave y un bestiario tan inquietante como fascinante. En la última restauración quisieron dar a la iglesia un aspecto lo más similar posible a como sería a principios del s. XII; por eso, se rebozó el interior y se hizo una copia de todos los fragmentos de pintura mural que se conservan actualmente en el MNAC. ¿El resultado? Un viaje al pasado que te deja con ganas de más.
4. Santa Eulàlia d'Erill la Vall

Otro de los grandes hits del románico. En Santa Eulalia encontramos uno de los mejores campanarios del valle, una esbelta torre de planta cuadrada y seis pisos de altura con la decoración propia del románico lombardo. En el interior, todo invita al recogimiento y a la admiración. Aquí se encontró el famoso descendimiento de la Cruz, el único que se conserva entero del Taller de Erill. Una escultura en madera policromada de gran valor histórico y artístico que podrás encontrar en el MNAC y en el Museo Episcopal de Vic. Sin embargo, la copia que se puede ver en la iglesia permite entender la fuerza de esta pieza litúrgica que conecta directamente con el espíritu del románico pirenaico.
5. Otras iglesias imprescindibles del Valle de Boí:

Aquí viene el momento all stars de la ruta. Cada una de estas iglesias tiene su carácter, su luz y su leyenda. Sant Feliu de Barruera, con su estructura sencilla y robusta, está rodeada de campos que en primavera estallan en verde. La Natividad de Durro es una de las más altas en altitud y ofrece unas vistas impresionantes del valle. Además, muy cerca se encuentra la ermita de Sant Quirc de Durro, un rincón ideal para una caminata corta pero impactante, con una panorámica de vértigo. Santa Maria de Cardet, conserva uno de los ábsides más espectaculares del valle y la Asunción de Cóll tiene características propias que la diferencian de las demás iglesias del valle: los materiales de construcción, el tamaño de los sillares o los elementos decorativos de la portada, la parte más interesante del templo.

Antes de irte del Valle de Boí, no te olvides de pasar por el Centro del Románico del Valle de Boí, en Erill la Vall, que gestiona las ocho iglesias y la ermita que forman parte del conjunto y te ayudará a poner contexto y entender por qué estas iglesias son tan especiales. También organizan visitas guiadas, talleres y actividades familiares.
La ruta de las iglesias románicas del Valle de Boí es mucho más que una excursión: es historia viva, belleza serena y un orgullo del patrimonio catalán. Es el equilibrio perfecto entre cultura y naturaleza. Lo mejor es que se puede hacer a pie o en coche. Si tienes tiempo y piernas, hay caminos que conectan pueblos e iglesias, rodeados de prados, bosques y aire puro. Si te va más el slow travel, te recomendamos buscar la mejor casa rural de la provincia de Lleida y dedicar un fin de semana largo para descubrir todo con calma. Así que ya lo sabes, prepara la mochila y déjate enamorar por el valle más románico de Cataluña.