Tarragona es uno de los tesoros romanos mejor conservados de Cataluña, y su legado es tan impresionante que, en el año 2000, fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. La ciudad de Tarragona es una máquina del tiempo. Pasear por sus calles es como sentir cómo dos mil años de historia te susurran sus secretos al oído. Y no estamos hablando de cualquier historia, sino de esa escrita en el mármol, con sudor y gladiadores. Si buscas un destino turístico que combine historia y playas espectaculares, desde Naturaki te damos algunas razones para visitar la provincia de Tarragona.
El origen de Tarragona

Comenzamos por el principio: Tarragona fue Tárraco, una de las ciudades más importantes de la Hispania romana. Tárraco, de hecho, se convirtió en la capital de la provincia Hispania Citerior. Era el centro del poder, el lugar donde se tomaban las grandes decisiones y donde los emperadores paseaban orgullosos entre columnas. Hoy en día, esa grandeza aún es palpable en sus vestigios. ¿Te animas a descubrirla?
El patrimonio romano de la ciudad de Tarragona
Si tienes un día (o dos, o tres) para explorar la ciudad de Tarragona, aquí tienes los imprescindibles del patrimonio romano que te harán gritar “¡Ave, César!” mientras sacas el móvil para colgar una story.
Anfiteatro romano:

El gran protagonista de Tárraco es, sin lugar a dudas, el anfiteatro. A pocos metros del mar, este coliseo edificado durante la dinastía Flavia (siglo I dC) es la postal de Tarragona. En su época, fue escenario de luchas de gladiadores y cacerías de fieras. Espectáculos que, siendo sinceros, eran mucho más sangrientos que un thriller de Netflix. Hoy puedes pasear por sus gradas e imaginar la adrenalina que se debía respirar aquí siglos atrás.
Foro provincial:

Este era el corazón político y administrativo de Tárraco. El lugar donde se decidían leyes y se organizaban los tratados importantes. Aunque actualmente una parte de las estructuras estén fragmentadas, las ruinas dejan entrever cuán imponente era este espacio en el siglo I dC.
Circo romano:

El circo de Tárraco era el lugar donde la emoción llegaba al máximo. Las carreras de cuadrigas (sí, como en Ben-Hur) tenían a todos enganchados a sus asientos. ¿Sabías que aquí cabían hasta 30,000 personas? El edificio se construyó a finales del siglo I dC, durante el reinado de Domiciano, y formaba parte del gran complejo monumental provincial, del cual ocupaba la terraza inferior. Hoy en día puedes caminar por sus vestigios, increíblemente conservados, e incluso explorar los túneles subterráneos. Pura emoción.
Murallas romanas:

Las murallas son uno de los iconos de Tarragona. Construidas en el siglo III aC, su longitud era de unos 3500 metros, de los cuales actualmente conservamos 1.100 que rodean el núcleo antiguo.
El patrimonio romano en la provincia de Tarragona
¿Sabías que los romanos también dejaron huella más allá de las calles del casco antiguo? Si tienes ganas de explorar, cerca de Tarragona encontrarás joyas arqueológicas que te permitirán completar tu viaje al pasado.
Acueducto de las Ferreres (Puente del Diablo):

A solo cuatro kilómetros del centro de Tarragona se encuentra una de las construcciones más impresionantes de la ingeniería romana de la zona: el acueducto de las Ferreres, más conocido como el Puente del Diablo. Esta estructura, que servía para transportar agua hasta la ciudad, tiene más de 200 metros de largo y casi 30 metros de altura. Si eres de los que te gusta caminar, hay una ruta de senderismo que pasa por el puente y que te permite disfrutar del paisaje mientras descubres esta obra maestra. Ah, y para los amantes de las fotos, este lugar es pura magia, especialmente al atardecer!
La Torre de los Escipiones (Monnars):

Siguiendo la Via Augusta, a unos seis kilómetros de Tarragona, encontrarás la Torre de los Escipiones. Un monumento funerario en forma de torre construido durante la primera mitad del siglo I dC. Está formado por tres cuerpos superpuestos y en la fachada del intermedio presenta dos figuras de Atis —divinidad oriental funeraria— que sostienen una inscripción. Una errónea identificación de las figuras con los hermanos Escipión es el origen del nombre tradicional.
Villa romana de los Munts (Altafulla):

Si tienes curiosidad por saber cómo vivían los romanos más acaudalados, la Villa de los Munts es una visita obligada. Situada en Altafulla, a unos 12 kilómetros de Tarragona, esta antigua residencia señorial es un ejemplo de lujo y sofisticación. Los mosaicos que aún se conservan son una auténtica obra de arte, y la ubicación, con vistas al Mediterráneo, deja claro que los propietarios de esta villa sabían vivir bien. Es uno de los conjuntos más importantes de la península en su categoría.
Arco de Berà (Roda de Berà):

Siguiendo la Vía Augusta hacia el norte, llegarás al Arco de Berà, otro monumento emblemático del patrimonio romano de la zona, a unos 20 kilómetros de Tarragona. Este arco triunfal, construido en el siglo I aC, marca el paso de una de las vías más importantes del Imperio Romano.
Conjunto monumental de Centcelles (Constantí):

El Conjunto Monumental de Centcelles, ubicado en Constantí, es una de las joyas más enigmáticas del patrimonio romano de Tarragona y uno de los ejemplos más antiguos de arte cristiano en el Imperio Romano. Aún no se sabe cuándo se construyó, por qué, ni quién vivió allí. Su gran tesoro es el mosaico del siglo IV, con escenas bíblicas y de caza, que todavía hoy despierta admiración y muchos interrogantes. Este espacio singular, rodeado de misterio, es una visita imprescindible para entender la transición entre el paganismo y el cristianismo, y descubrir una faceta única del pasado romano.
Columbario romano (Vila-rodona):

Un monumento visitable incluso dentro de la Ruta del Císter por su proximidad al Monasterio de Santes Creus. La construcción del Columbario está relacionada con un ritual religioso funerario, la incineración, vigente en el mundo romano hasta el primer tercio del siglo II d.C. Puedes hacer una visita guiada concertándola desde el Ayuntamiento.
El patrimonio romano de Tarragona no es solo historia: es emoción, belleza y una excusa perfecta para escaparte un fin de semana. Así que busca una buena casa rural y sumérgete en una ciudad que tiene mucho que contarte.