Cada año, el último fin de semana de enero, en Valls (Tarragona) celebran la Gran Fiesta de la Calçotada – el mayor evento mundial relacionados con los calçots – que marca el inicio de la temporada de las tradicionales calçotades en toda Cataluña.
El calçot es una variedad de cebolla tierna, poco bulbosa y más suave, que se planta y se arranca varias veces mientras crece para amontonar tierra sobre los brotes y que se come asado. Su nombre proviene precisamente de aquí, de la manera de plantarlo – medio enterrado en el suelo (la cebolla debe sentir las campanas, dicen los agricultores), porque los brotes sean blancos y tiernos. La leyenda dice que fue descubierto a finales del siglo XIX, por un solitario campesino de Valls, llamado “Xat de Benaiges”, que coció a las brasas los brotes tiernos nacidos de una cebolla vieja cultivados especialmente para ser cocinados. También se le atribuye el descubrimiento de la tradicional salsa que los acompaña, la salvitxada, tipo romesco.
Durante las primeras décadas del siglo XX, la calçotada se convirtió en una comida habitual de los días festivos para muchas familias. Pero no fue hasta mediados de siglo que la calçotada no conoció una gran expansión, cuando la “Peña Artística de la Olla” organizaba sus célebres calçotadas a las que invitaba a personalidades del mundo artístico y cultural barcelonés, ayudando así al arraigo de la tradición.
¿Cuáles son los ingredientes para una buena calçotada? Primero de todo, ganas de pasarlo bien. Más que una comida, la calçotada es la excusa perfecta para reunir el grupo, para reír, para preparar juntos el fuego, para discutir quien cocina la mejor salsa … A nivel gastronómico, los elementos clave son los calçots y la carne – plato segundo imprescindible para cualquier calçotada-, tradicionalmente cordero y morcilla. De postre, naranjas y merengues o crema catalana, todo bien regado con vino tinto y cava.
Todo comienza cortando las hojas verdes y las raíces a un tamaño, luego los calçots ya se pueden poner en las parrillas, a fuego vivo. Cuando ya están cocidos (negros por la parte de fuera), se guardan envueltos en papel de periódico para mantener el calor. Las brasas se aprovechan para cocer la carne, la morcilla y las alcachofas.

Bien calientes, los calçots se llevan a la mesa aún envueltos y puestos en una teja, donde todo el mundo ya espera con la rebanada de pan con tomate y la terrina de salsa bien llena. Dicen que la receta tradicional de la salvitxada lleva 100 gramos de almendras tostadas, 30 gramos de avellanas tostadas, 4 o 5 tomates rojos asados, 1 cabeza de ajos asados, 80 cl de aceite de oliva de Valls, 1 / 2 vasito de vinagre, 1 pimiento seco o pimentón dulce, perejil y sal, y todo ello bien picado en el mortero o con la batidora.
Sólo nos queda deciros que en cualquiera de las casas Naturaki que tenga barbacoa puede organizar una calçotada y disfrutar de un día fantástico, en entornos llenos de encanto, con amigos y buena comida!